miércoles, 25 de marzo de 2009

Vida de Zordan Colt (II)

CAPITULO II

Fuimos derrotados en el paso y a mi me dieron por muerto. Las fuerzas defensoras de la ciudad habían sido cogidas entre dos frentes. Fue una carnicería, las bajas fueron incontables y los pocos supervivientes se vieron obligados a retirarse hacia el norte.

Desperté unos días después de la batalla del paso, me encontraba en una camilla y una bella joven me observaba. También estaba mi amigo Devrin, por lo que me contaron después, mi amigo y los pocos hombres que sobrevivieron a la batalla esperaron cerca del paso y volvieron para buscar supervivientes, me encontraron vivo de milagro, no albergaban muchas esperanzas respecto a mi recuperación, sin embargo se resistieron a dejarme morir allí e iniciaron camino intentando rodear el grueso de las fuerzas orcas hacia Akathla. Decidieron ir por el norte, era el camino mas peligroso, pero el mas rápido y el único que me ofrecía la oportunidad de vivir. Caminaron conmigo a cuestas durante mucho rato, entre los arboles les era mas difícil, pero había mucho movimiento de pieles verdes alrededor. Me dieron por perdido cuando encontraron una patrulla orca muy numerosa, no podían enfrentarlos para cruzar hasta el camino y no podían salir a campo abierto, uno de los soldados dijo que intentaría crear una distracción, pero mientras decía eso una lluvia de flechas derribo a un gran numero de orcos. El resto se levantaron sorprendidos pero apenas tuvieron tiempo de reaccionar, una segunda andanada derribo a la mayoría y el resto huyeron desperdigados por el bosque. Un grupo de hombres y mujeres con armaduras de cuero empezaron a surgir entre los arboles, había varios abanderados que portaban estandartes de Diezciudades, Devrin me miró y vio en mis sudores y espasmos la sombra de la muerte, así que decidió salir a campo abierto rindiendo a “Honor”, su espada, a cambio de auxilio para mi.

Los recién llegados pidieron a Devrin que se levantase y le explicaron que eran una avanzada de las milicias libres de Diezciudades que venia a ayudar en la guerra contra los orcos, al parecer vieron las teas de la batalla del paso y se separaron de la fuerza principal sacando les de tres a cuatro días de ventaja. Con ellos viajaba una curandera de gran talento, Daenerys, de la que puede decirse que salvó mi vida, en mas de un sentido.

La llegada de los refuerzos se antojaba una luz en el horizonte de tan oscuro destino, había noticias en la ciudad de que algunos buques habían partido hacia poco de puerta de Baldur con tropas para ayudar en la defensa de la capital, pero tardarían al menos una decana en llegar y seria demasiado tarde.

Daenerys resultó ser una curandera excepcional y al día siguiente de despertar ya pude ir a caballo con el resto de los hombres evitándoles una pesada carga y facilitando en gran medida el transito por los bosques. No tardamos en dejar la arboleda atrás y llegar al río. Desde allí, río abajo, hacia el sur pudimos ver un fortín de madera con gran ajetreo de soldados en su interior.

lunes, 16 de marzo de 2009

Ah, la voz del maestro amable. Su meliflua atención, su amor y aprecio hacia sus hijos y discípulos. El maestr que si me considera digno me hará capaz de vengar la muerte de mi madre, y podré traerle noches sin miedo al hombre que me adoptó, me crió, y me llamó hijo.

Sí, el hermoso maestro que desde su imponente trono me mira y me ofrece parte de sí mismo otra vez y dice que se halla contento por mi esfuerzo. Es honorable, no tiene reparos en resaltar la sinonimia entre Justicia y Venganza.

El sabio maestro. El sabio maestro guardián inmortal de todas las noches desde que el tiempo es tiempo y los hombres, los hombres sin más en su carne que será ceniza, comenzaron a escribir su historia. El maestro que comparte su sabiduría conmigo.

Ah, la voz y el tacto, etéreos ambos, del maestro que despiertan mis sentidos, que me están liberando y me muestran un sendero de una vida que de otro modo no podría haber encontrado jamás.

Una vida que, además, me permitirá velar por mis compañeros de viaje. Solo que ahora, seguramente, con mayores garantías. Sin embargo algo me apena, y para mi sorpresa he encontrado lo mismo en los ojos del compañero que porté al hombro mientras yacía inconsciente.

Pero no hay problema. Sé que podremos ayudarnos, y encontraremos una forma de superar aquello que sea que pueda estar atormentándonos. Me contagió parte de su tristeza cuando vio cómo los dos espadones que tocó se quebraban en el aire... Parecía su alma misma la que se hubiese roto, todo lo que fue.

Espero que de verdad los enanos sean tan valientes como dicen. Nos va a hacer falta a ambos, eso es algo evidente. Igual que lo son otras muchas cosas...

Vida de Zordan Colt

He observado en nuestros pocos momentos de asueto, que mis nuevos compañeros se dedican a garabatear en pequeños pergaminos crónicas y memorias de sus viajes y andanzas. No creo que sea un legado digno de recordar, pero será un legado al fin y al cabo, por lo que he decidido seguir su ejemplo, solo que yo empezaré desde el principio...


CAPITULO I


Nací en Akathla, la guerra estaba demasiado cerca de las tierras de los Colt por aquel entonces y toda la familia residía en la ciudad, aun así, todo el dinero y renombre de la familia no pudo pagar una matrona que evitase la enfermedad y la posterior muerte de mi madre cuando yo apenas contaba dos años de edad. No puedo decir que tuviese una infancia feliz, pero no me faltó de nada, viví idolatrando a mi hermano mayor que se desvivía por evitarme los malos encuentros con mi padre y al cuidado de mi hermana y una tata sorda y vieja que se pasaba la mayor parte del tiempo dormida.

Mi hermano es casi nueve años mayor que yo, así que le he tratado poco, pero recuerdo que siempre fue con cariño, mi hermana, Brienne, me llevaba casi cuatro años y cuido de mi cuanto le fue posible.


Cuando cumplí los seis años empecé a estudiar en el templo, leer, escribir, esas cosas... allí conocí otros hijos de nobles de mayor o menor alcurnia, pero de todos ellos puedo recordar a cuatro, tres de ellos buenos amigos y el otro, a mi parecer la persona mas vil que he conocido. Ser Barristan, lord caballero de la orden de Tyr fue uno de ellos, una persona admirable, con unos sólidos valores y un sentido del deber incalculable, fue un héroe reconocido en las campañas del norte. Yo lo recuerdo como un niño simpático y de trato agradable, que participó en cualquier aventura que se nos pudiese ocurrir. Aliston Thorne fue el tercer compañero siempre nos cubría las espaldas y estaba especialmente dotado para trepar a los árboles y hacer enfadar a los monjes del templo, es irónico que poco después de terminar sus estudios se proclamase clérigo de Lathander. El cuarto miembro de nuestro grupo era Dereck Reane, ultimo hijo de una casa menor, muy inteligente y sumamente preparado para cualquier cosa que se encontrase de frente, después de dejar el templo le perdí un poco la pista, se que por algún motivo mientras estaba en campaña en el norte, renegó de su apellido y adoptó el de Shadowalker, poco después abandonó el ejercito de Amn y partió hacia el Anaurokh, no he vuelto a saber de él, pero espero que esté bien...

Aquel que solía entrometerse en nuestras aventuras y desbaratar todas ellas si podía conseguir el favor de los monjes era Paul Margrell III, un creído insolente, hijo de la segunda familia de Akathla, después he mantenido cierto contacto con él, ya que fue mi oficial mientras estuve en el ejercito, o al menos la mayor parte del tiempo.

No hay mucho mas que destacar de mi época de estudiante, si acaso que tuve una, algo poco habitual en estos tiempos, de todas maneras en mi cabeza siempre estuvo el pensamiento de emular las hazañas de mi hermano, seguirlo al norte y llevarme a Brienne conmigo, Barristan y Dereck lo consiguieron, yo no.


Cuando termine mis estudios entre en el ejercito regular de Amn. Seguí la instrucción como bien pude, pero era desastroso con un escudo en las manos, ese trozo de madera que tapaba la visión e impedía imprimir fuerza a los movimientos con la espada me suponía un obstáculo insalvable y hacia que mi padre se avergonzase mas aun de mi. Dervin Greycastle, un tipo extraño de tez pálida cabellos rubios, mas alto de lo normal y con unos ojos profundos como el océano me fue de gran ayuda para superar el entrenamiento, en gran medida enseñándome trucos para evitar que el escudo fuese un peso muerto para mi, a él tampoco le gustaba el escudo y en los ratos libres practicaba con un gran espadón en un patio trasero que no era frecuentado por los oficiales. Me explicó que aquel espadón era un artefacto de gran poder y que llevaba milenios en la linea de sangre de su familia y que él seria su último portador. Me dijo que para él aquel arma tenia un nombre “honor” por la inscripción que tenia en la hoja justo en la cola de un gran fénix lacado a fuego con tonos bronce cuando miré no pude ver ningún texto y me dijo que eso era por que mi destino no se había escrito todavía... Dervin no era muy bien visto por algunos soldados, que lo llamaban hijo de forastero, era una forma suave de decir ajeno, ya que tiempo después descubrir que mi buen amigo era medio Asimaar. Por aquel entonces no sabia que significaba y tampoco le di gran importancia, para el resto podía ser lo que fuera, para mi era mi amigo. Finalmente termine mi instrucción, gracias a la ayuda de Dervin, cuando la guerra con los orcos en el este de Akathla daba sus últimos coletazos y fui destinado allí.


Allí, en el este, cerca de las tierras de mi familia, participe en mi primera batalla, que casi me cuesta la vida. Nuestra patrulla acampó en un pequeño prado al lado de un altiplano y rodeado de arboledas, era el lugar ideal para recibir una emboscada, pero nuestro oficial, Paul Margrell III, seguía siendo un pomposo insufrible que lo único que quería era alejarse lo máximo posible de la fuerza enemiga el máximo tiempo posible. Habíamos caminado durante horas hacia el sur, alejándonos del grueso principal y dejando a nuestras espaldas un pequeño paso montañoso... Los orcos llegaron por sorpresa, eran muchísimos, salían de debajo de cada piedra, de detrás de cada árbol, Paul, en cuanto tuvo ocasión salio al galope hacia el paso montañoso, el resto de nosotros hicimos lo mismo pero mucho mas tarde. Dervin y yo eramos los únicos nobles que quedaban en la patrulla tras la marcha de Paul y el resto de los soldados nos miraban con desesperacion, como si su vida estuviese en nuestras manos. Mi amigo luchaba con brío a mi lado, pero estaba claro que si no hacíamos algo íbamos a morir todos allí aquel día. Le dije a Dervin que se alejase con arqueros en dirección al paso de montaña, ordené a unos cuantos hombres que vaciasen los odres de aceite cerca de los arboles que se encontraban a nuestra espalda y después retrocedimos buscando cubrirnos entre los gruesos troncos para evitar la superioridad numérica del enemigo, cuando la retirada estuvo lista prendimos fuego al aceite y emprendimos la huida con los arqueros que comandaba Dervin guardándonos las espaldas del torpe avance de los orcos entre las llamas. Para cuando salimos del claro mas de la mitad de nuestras fuerzas habían caído. En el paso la cosa mejoro un poco, el sitio era estrecho y eso igualaba un poco la proporción de combatientes en ambos bandos, pero poco a poco nos quedábamos sin fuerzas, compañeros de la segunda fila sustituían sus lanzas por espadas para poder relevarnos en el frente, pero no aguantaríamos mucho mas. Mi vista buscaba a nuestro oficial en aquella carnicería, pero no lo encontraba por ninguna parte, los hombres me miraban esperando una orden como las que había dado en el claro y decidí que alguien debía pedir refuerzos, si una fuerza de caballería conseguía cargar contra los orcos desde el altiplano podríamos diezmar mucho las filas enemigas y nos daría pie a una retirada, ya que la victoria parecía imposible. Busque a una compañera que era una gran jinete y le envié al fuerte lo mas rápido posible. Cuando gritaba mis ultimas palabras noté el mordisco del acero en mi pecho, apenas pude ver la enorme lanza que se introducía en mi costado derecho, el resto estaba todo rojo y... la verdad es que no recuerdo mucho mas.

miércoles, 11 de marzo de 2009

vaya viajecito

Al final decidimos ir a Puerta de Baldur por mar. Acordamos contratar los servicios de un marino experto para que nos llevara sanos y salvos hasta allí, pero desde que subí a bordo incluso a mí me ha dado mala espina, esos $&%G%&R%$ dictadores de Azhkatla ni siquiera permiten a los barcos de paso hacer las labores de mantenimiento, y este de seguro debería haber pasado por el dique seco. Como líder del grupo (en buena hora me ofrecí) me presenté al Capitán, que está encantado de tener a un representante de Tymora a bordo, aunque no por ello deja de cobrarnos la tarifa adecuada. Pff debería haber negociado mejor, vistos los percances que hemos sufrido desde entonces casí debería habernos pagado por tenernos a bordo. Alguien contrató el pasaje para dos cajas que contenían a dos bestias trémulas vivas, por supuesto con alimento, pero sólo para la mitad del viaje, cooomo no, además se "olvidaron" de avisar del contenido de las cajas al capitán, como tambien se "ahorraron" el reforzar las cajas con unos buenos barrotes. El resultado fue que se comieron al caballo de Zordan, y casi hacen lo propio con nosotros. No he hablado con Zordan desde entonces, parecía contento por haber sobrevivido, pero sé el cariño que le tenía a tan noble bestia. A quien tampoco he vuelto a decir más de dos palabras seguidas es a ese idiota de Trogg, aunque como camarada pueda comprender su frustración contra mí por el fallo de mis conjuros, la blasfemia que ha cometido para mi señora es muy grave, y sé que mi señora no va a perdonarle así como así aunque yo lo haga. Gracias a la buena fortuna, no hemos tenido casi ningún mal encuentro en alta mar, tan solo unos trolls marinos que nos costaron la vida de un marinero, pero era casi el mejor final para el combate
No quise sospechar de más trampas; "Tymora proveerá" me dije, pero la cuarta noche nos hemos despertado tosiendo por el humo. Abro los ojos un poquito, luego como platos, mi camarote se está prendiendo fuego. "Hmmm, que raro..." las llamas no despiden calor alguno "El fuego es una ilusion?" me digo, pero salto de la cama y voy a por mi equipo, si alguien ha conjurado una ilusión tan amenazadora sobre el barco es porque van a atacarlo en cuanto cunda el pánico, tal vez debamos abandonarlo. Abro mi cofre, cojo con cuidado mi petate y hago un bulto junto con mi armadura, embrazo mi escudo y cojo la maza "mierda, me faltan manos", me veo obligado a dejar mi ballesta allí, espero no necesitarla mientras repelemos el ataque, si las cosas van bien aquí estará cuando vuelva, pero si van mal... pues por lo menos mi petate y mi armadura vienen conmigo. Salgo al pasillo y me lo encuentro como esperaba, caos total. tengo un encontronazo con Sapphira, que está haciendo lo posible por despertar a los que siguen dormidos. Me aseguro de que todos están dispuestos para repeler el ataque y subimos a la cubierta. Ni timonel, ni marinos cuidando las velas... y para colmo el viento nos arrastra contra el arrecife, y las olas van contra el viento. "¿pero esto qué es?" mis compañeros se abalanzan sobre las velas y el timón desesperados, me corresponde a mí discernir entre la ilusión y la realidad, trato de calmarme y de ver la realidad que la magia me está negando, si consigo averiguar que es lo que falla y comunicarselo a mis compañeros podremos hacernos cargo del problema real. Mientras, ellos consiguen arriar las velas y detener el barco antes de que choque contra el arrecife, bueno, la fortuna también ha ayudado, tendré que hacer una ofrenda a mi señora más adelante. La segunda de a bordo sale del camarote del capitán con el gesto compungido portando su arma y una reliquia rota "El capitán ha muerto, y algo me impide despertar a mis compañeros!, Abandonamos el barco!" El bote desciende, mientras yo todavía no tengo claro qué narices es lo que falla, hasta que un trozo del palo mayor me cae encima, aunque el fuego no parece real algo está deshaciendo literalmente el barco. por suerte me ha golpeado donde cargaba el petate con la armadura, y no me ha hecho demasiado daño, ya van dos las que le debo a mi señora esta noche. Alcanzo a mis compañeros y ayudo a la joven marinera a guiar el bote a tierra "¿Como habrá llegado esta joven a ser la segunda de a bordo?" la verdad es que no me había fijado hasta ahora en ella, su piel está morena y curtida como la de un hombre, pero la figura desde luego la tiene de mujer, jeje, además la cara y los ojos son bastante agradables. De la costa alcanzamos el camino real sin problemas, y la vista de la posada (aunque sea de las caras) nos anima bastante. Sherezade, la marinera, ha debido pasarlo peor de lo que imaginaba, se ha desmayado durante el camino y he tenido que cargar con ella (Jejeje) pero nada más entrar ha recuperado la consciencia, y todos hemos sentido como la fatiga se desvanecía